Ensayo sobre libertad.

Hace poco vi un pájaro, que se encontraba atrapado dentro de mi casa, estrellarse contra el vidrio de una ventana en sus intentos por escapar. Murió de inmediato por el golpe.

Este incidente me dejó pensando. Un pájaro siempre ha sido símbolo de libertad, no porque esta sea implícita en el hecho de ser ave, sino porque con sus alas son capaces de ir a donde quieran e ir más alto que cualquier otro ser vivo si así se lo proponen. El pájaro encerrado en mi casa no tenía esta capacidad, tenía una vida sin motivo pues de haberse quedado dentro, indudablemente hubiera muerto. Supongo que de cierta manera lo intuía. Aún en sus instintos primitivos reconocía que no podía quedarse dentro de los muros; necesitaba salir para vivir. Tanto así eran sus ansias de ser libre, que voló sin vacilar directo a una trampa mortal, una barrera transparente que significó su muerte.

Me pregunto si su pérdida fue en vano, no logró su propósito y, de haber sabido que me dirigía a abrir puertas y ventanas para permitirle escapar, hubiera esperado a salir sano y salvo, de una manera segura.

Entonces lo comparé con humanos ¿Cuántos hombres y mujeres, héroes, habrán muerto aplastados y estrellados en las intangibles murallas del impenetrable autoritarismo, de la dura represión, de las invisibles e impunes reglas de sociedad que causan tanta desigualdad? ¿Cuántos habrán muerto víctimas de las barreras de hipocresía y discriminación?

Estos libertadores, igual que el pájaro en mi casa, tenían dentro escondido en lo más profundo del razonamiento, inmerso en las entrañas de su inexpugnable naturaleza como seres vivos, un deseo instintivo de libertad. Y, a diferencia del ave, en esta vida que es injusta y complicada no hay quien nos vaya a abrir la puerta, no habrá ventana corrida, no habrá salida fácil. Nosotros lo sabemos, somos más listos; por eso es aún más heroico el hecho de que personas como Miguel Hidalgo, padre de la independencia mexicana; Simón Bolívar, libertador de las Américas; o Martin Luther King, símbolo de igualdad y libertad de razas a nivel mundial; hayan decidido gritar y estrellarse tantas veces contra las paredes opresoras, aún bajo el costo de su vida, logrando romper las ventanas del esclavismo, abrir las puertas del imperialismo, derribar los muros de exclusión.

¿Cuál es entonces la diferencia entre un pájaro y un héroe? El cuco vuela hacia la ventana, indiferente, porque no sabe de la existencia del cristal; en cambio el héroe vuela con determinación hacia un muro que ve, un cristal sucio, una muerte probable; por no decir segura. Todo con la idea de permitirnos a nosotros, la gente común y espectadora, salir por los agujeros que piensan crear con sus golpes, puertas a la libertad, aunque generalmente convertidos en terribles quimeras, orificios que guardan un pasaje a otra habitación sin salida, espacios tan pequeños que apenas dejan a algunos ver las esperanzas de un futuro prometedor, de una manera de vida tan rica y plena que los llama a agrandar los portales y alcanzar esos ideales y, en el más común y triste de los casos, una mancha, un rayón, un punto invisible o, lamentablemente, nada.

Pero la gente que cayó sin cumplir sus objetivos no murió en vano como el pájaro. Hará preguntarse a todos lo que vieron su desmoronamiento y comparten la misma ideología: “Si el pudo ¿Por qué yo no?”. La gran mayoría olvidara este cuestionamiento tan rápido como se le ocurrió, pero habrá alguien quien la frase le retumbara en cada rincón del alma y de la mente, despertando así su espíritu de independencia e impulsándolo a romper el sistema. Puede que desaparezca igual que su predecesor, difamado por los vencedores, convertido en enemigo público, en perturbador de la paz, en terrorista; pero, si tiene suerte y suficiente fuerza, logrará invertir los papeles, logrará convertirse en el triunfador y pasar a la forma de libertad que tanto deseaba, aparte de que podrá redimir a todos aquellos desafortunados que cayeron antes que él por la misma causa.

Aunque no solo hay que pensar en las barreras como grandes sistemas políticos, ideológicos o económicos. La flojera, la pobreza, la ignorancia, la mediocridad, la indiferencia; todo esto y más son barreras también, pues no nos permiten llegar al fin real de la libertad, un fin que consiste en poder expandir nuestras alas y, si así lo deseamos, llegar más alto de lo que ha llegado cualquier otro ser vivo. Por eso los invito a atravesar todo aquello que amarra nuestras alas y nos condena a pasar por una vida sin motivo hacia el único camino que nos queda, la muerte. Por eso los invito a ser libres. Gracias.